El proyecto educativo constituye un documento de carácter pragmático que expresa los deseos de la comunidad escolar respecto a los principios educativos, organizativos y normativos que inspiran la elaboración de los demás proyectos que articulan la gestión participativa del centro.

Todo modelo de autonomía escolar sugiere un estilo propio y característico de cada centro y unas señas de identidad que hacen más coherente y racional el trabajo de todos para la consecución de los fines y objetivos que la sociedad y el propio centro se marcan.

El equipo educativo del centro apostamos por la dignidad de la persona. Consideramos que cada niño es único e irrepetible; alguien digno de respeto. Respetar al niño significa aceptarlo tal como es, partir de sus intereses para abrirle nuevos campos de conocimiento; impulsar, animar y poner en juego todos sus recursos de aprendizaje.

Apoyamos una educación integral que arranca de la unidad de la persona y por tanto, se apoya en el crecimiento global de todas sus dimensiones y en su capacidad para relacionar saberes, para transferir y aplicar lo que va aprendiendo a situaciones, contextos y áreas de enseñanza diferentes.

Hacemos especial hincapié en la importancia de la educación emocional, base de la autoestima. Nuestra intención es ayudar a los niños a superar los primeros conflictos y a reconducir los problemas afectivos o de conducta que puedan surgir durante el curso.

Dentro de las actividades de los niños, el juego destaca como instrumento privilegiado para el desarrollo de todas sus capacidades. Para nosotros el juego, junto con la imaginación que siempre le acompaña, tiene una gran importancia.

La educación es una tarea compartida; lo que los niños y niñas hacen y viven fuera del centro escolar tiene tanta importancia como lo que hacen dentro. La familia, en este contexto, adquiere una importancia crucial. Cuanto más estrecha y activa sea la implicación de los padres en el proyecto educativo del centro, mejores y más satisfactorios serán los beneficios para el niño.

Principios básicos de nuestra tarea educativa.

  • Promovemos un desarrollo armónico e integral de los niños/as en los aspectos físicos e intelectuales, atendiendo a sus necesidades, potenciando y valorando sus capacidades, respetando sus intereses y posibilitando, a la vez, las diferentes formas de expresión.
  • Propiciamos y facilitamos el establecimiento de relaciones sociales y afectivas en toda la comunidad educativa: entre los niños, entre los niños y los adultos, entre los profesionales y las familias, transmitiendo, con nuestra actitud, la importancia del respeto y la consideración hacia los demás, valorando la riqueza que nos aporta la diversidad (de sexo, de condicione físicas, de estilos de vida, de ritmos de aprendizaje, de origen, de ideología, de situaciones económicas, etc.)
  • Favorecemos la inquietud y curiosidad de los niños/as por su propio entorno físico, social y cultural; facilitando los recursos para conocerlo, comprenderlo y respetarlo. Potenciamos una actitud crítica y constructiva respecto a la realidad que, a la vez les permita adquirir una visión positiva de la vida.
  • Consideramos la enseñanza-aprendizaje como un proceso activo de construcción e investigación, donde los niños/as son los protagonistas de su proceso de aprendizaje para lo cual, fomentamos la curiosidad, la investigación, la iniciativa y la reflexión.
  • Creemos en la participación como forma de organización y funcionamiento que se manifieste en todos los momentos y ámbitos de la vida escolar. Propiciando espacios y canales de información y comunicación variados, que favorezcan la reciprocidad de forma que toda la comunidad educativa encuentre los cauces adecuados para poder manifestar sus inquietudes y formar parte de un proyecto común.
  • Entendemos la función del docente como un facilitador de recursos, dinamizador de procesos, que con una actitud abierta y flexible y en formación permanente, trabaja en equipo para conjugar la tarea de todos y ofrecer a los niños/as confianza y unidad en el proyecto.